Sé que lo que voy a confesar a continuación me hará quedar como un ingenuo: mucho tiempo creí que cuando el gobierno, es decir, algún alto funcionario, anunciaba que habría “un apretón de cinturón” en el gasto gubernamental, lo primero que ocurría es que le bajaban unos miles de pesos a sus estratosféricos salarios.
A estas alturas de la vida, si creyera en esas expresiones, además de ingenuo sería otra cosa peor, que el decoro y el recato me impiden señalar.
Porque hubo una época en que el discurso oficial señalaba que “todos” nos teníamos que apretar el cinturón. Y eso siempre significaba que iban a llegar toda clase de calamidades a las economías familiares, y era cuando los padres de familia hacían horas extra y las madres de familia se tronaban los dedos porque no les alcanzaba ni para el desayuno de ayer… mientras los funcionarios más circunspectos se la pasaban de maravilla.
El discurso ahora es que “le toca al gobierno” apretarse el cinturón. Pero el gobierno es una especie de entelequia que ni los propios funcionarios saben si usa cinturón o si está tan famélico, que hace muchos años empeñó todos sus ajuares para que quienes los integran en sus más altas esferas sigan viviendo a cuerpo de rey.
Todavía no logro saber qué es es eso de que el gobierno se va a apretar el cinturón. Pero si significa que los rezagos presupuestales van a ser mayores, quién sabe cómo nos vaya.
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A pocos días de haber iniciado su labor por diputado local, el toluqueño Raymundo Martínez Carbajal, ya ha demostrado la gestión de las obras comunitarias a las que se comprometió está dando frutos y se espera que el integrante de la LIX Legislatura local concluya más obras de las previstas antes de estos los 100 días, como lo tiene planeado.
