El poblado fue identificado en los años 60 por el arqueólogo Francisco González Rul, pero las excavaciones recientes han sacado a la luz elementos arquitectónicos, tres sepulturas con ofrendas fúnebres y cientos de trozos de cerámica.
Arqueólogos mexicanos ha descubierto, en el corazón de Ciudad de México, nuevos restos de un poblado teotihuacano sepultado durante siglos. Un equipo de investigación de la Dirección de Salvamento Arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) llevaron a cabo excavaciones en las cercanías del Eje 1 Norte y Ricardo Flores Magón, que revelaron vestigios significativos de una aldea de ocupación teotihuacana, la cual había sido mencionada previamente por el arqueólogo Francisco González Rul entre 1960 y 1964, durante la construcción de emblemáticos edificios de arquitectura moderna en el Conjunto Urbano Nonoalco-Tlatelolco.
Este poblado se desarrolló, según los hallazgos y la evidencia cerámica realizada por arqueólogos mexicanos, entre los años 450 y 650 d.C., en la segunda mitad del periodo clásico, en el que Teotihuacán y otras ciudades alcanzaron su máximo esplendor. Los arqueólogos señalan que tenía relaciones de intercambio y dependencia con poblados del lago Texcoco, un ecosistema lagunar que existió hasta mediados del siglo XX.
El asentamiento antiguo se pudo identificar gracias al descubrimiento de diversos elementos constructivos: canales, pisos, estructuras apisonadas, alineamientos de piedra, huellas de postes y un pozo artesiano. Además, se encontraron tres entierros humanos acompañados por cajetes pulidos de base anular con características teotihuacanas.