Beisbolero

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Como el beisbol es el deporte de este sexenio federal, el arriba firmante está montado en la cresta de la ola. Así que ha seguido atentamente la actuación de la novena mexicana que representa al beisbol nacional en el Clásico Mundial de Beisbol, que se celebra en tierras gringas.

Bajo el mando del experimentado Benjamín Gil —alguna vez campeón como jugador con los Sultanes de Monterrey—, el equipo mexicano perdió con Colombia y se impuso a Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá. En los cuartos de final le puso una felpa a Puerto Rico. 

En la semifinal, enfrentó a Japón, con el que tuvo una derrota épica, puesto que de ir al frente desde la mitad del juego, al final los nipones jugaron mejor y derrotaron a la selección nacional por una carrera de diferencia en la última y definitiva entrada. México ha hecho su mejor papel en un campeonato de esta naturaleza. Y descontando la medalla olímpica en futbol, tal vez el mejor papel para un seleccionado nacional de juegos de conjunto en la historia.

El beisbol tiene un no sé qué que qué se yo. Le disgusta a mucha gente porque es un deporte que se disputa por periodos prolongados, dado que no depende del reloj sino de la habilidad, destreza y fuerza de los jugadores, además de la estrategia de los managers.

Y como en muchos otros deportes, en los últimos años se ha buscado proteger al jugador de los riesgos de las lesiones: una pelota lanzada a noventa y tantas millas por hora o un batazo que alcance 150 kilómetros por hora puede tener consecuencias fatales. Así que ahora los jugadores van protegidos hasta los dientes.

Los antiguos casos para batear te cubrían la cabeza y las orejas; ahora además se extienden casi hasta la boca. Los petos de los receptores, hechos de tela y hule espuma o trapo, tapaban sólo el pecho, y se utilizaban unas rodilleras que cubrían la rodilla, tibia y peroné; ahora, los petos parecen verdaderas corazas y las rodilleras cubren desde el muslo hasta el tobillo. Los bateadores salían a pegarle a la pelota sólo con el referido casco y ahora algunos llevan protecciones en las manos, los brazos, los hombros, el codo, las piernas y probablemente algo que los proteja de las mentadas.

No es para menos: el beisbol es uno de los deporte mejor pagados y tiene que cuidar a su materia prima. Es la evolución de la tecnología aplicada a la seguridad de los jugadores. Y también un ejemplo del aliño con el que ahora tratamos algunas actividades que hace unos pocos años tenían su puntito de violencia y peligro. Nada que ver con la vida nacional, esa del día a día, donde menudean las omisiones y descuidos.

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