Cada vez es más frecuente en el tránsito de la ciudad encontrarse con conductores que no quieren pararse cuando el semáforo está en amarillo y por el contrario, aceleran el vehículo.
No se dan cuenta del riesgo que representan para los automovilistas que están arrancando de otro lado de la calle y cuyo semáforo se va a verde. El peligro se incrementa cuando hay paredes en los cruceros que imposibilitan la vista de quienes no respetan el semáforo.
En estos términos, nos falta educación vial, acatamiento de las indicaciones viales y consideración del otro. A esto se añade que en ocasiones conducimos con agresividad, de forma rápida, atendiendo al celular, distraídos y sin cinturón de seguridad. No reparamos en que podemos provocar alguno de los 40 percances automovilísticos que al día ocurren en México y con saldo de personas muertas: impactos entre vehículos, choques contra objetos fijos, accidentes con transeúntes, bicicleta o motocicleta implicados, atropellamiento de animales, etcétera.
Aunque nos sintamos poderosos al volante, las reglas viales existen y se respetan, empezando por el color del semáforo, con todo y que no haya elementos de Tránsito a la vista. Conduzcámonos con responsabilidad.
