Tala oficial

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Están viendo y no ven.

Si andas por la ciudad de Toluca, más específicamente por el Paseo Tollocan ya debes haber visto que a la altura del Instituto Electoral del Estado de México una constructora o una dependencia gubernamental decidió que le estorbaban unos árboles y los taló.

Si has viajado a Atlacomulco, en la zona de los municipios de Jocotitlán y Atlacomulco sobre la carretera Toluca-Atlacomulco, seguramente ya observaste que para construir el tercer cuerpo de la citada carretera ha comenzado una tala inmisericorde de árboles de todos tamaños.

Por estos días, el valle de México ha sufrido casi una semana de contingencias ambientales. No digo que la tala de estos árboles tenga incidencia directa en la contigencia. Sé que Toluca está fuera de la Zona Metropolitana del Valle de México y Jocotitlán y Atlacomulco, no se diga. Pero la tala de árboles es negativa, porque cualquiera medianamente informado sobre los asuntos ambientales sabe que las acciones locales tienen repercusiones globales.

Así mero: la docena de árboles cortados en Paseo Tollocan tienen un impacto en el ambiente local y global. Los de la carretera Toluca-Atlacomulco también. Por eso digo que están viendo y no ven.

No me voy a azotar diciendo que estamos destruyendo la naturaleza sin pensar en las consecuencias, porque sería una exageración ante los dos casos expuestos. Pero de que la tala oficial tienen efectos a futuro, no tengo ni la menor duda.

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