Ya ganó Donald Trump las elecciones en Estados Unidos y el tema inmediato es, de nueva cuenta, su amenaza de imponer aranceles comerciales a México del 25 por ciento, llegando al cien por ciento, lo que pudiera afectar las exportaciones mexicanas que representan alrededor del 80 por ciento del comercio a la Unión Americana. De parte del gobierno de Claudia Sheinbaum hay rechazo mientras que del empresariado preocupación de que estas medidas desestabilicen la economía nacional, aumenten costos y afecten la competitividad de sus productos en el mercado estadounidense y también a consumidores nacionales.
Pero ante esto, el gobierno de México tiene la opción de poner en marcha represalias, cabildear con legisladores estadounidenses -incluyendo republicanos- y funcionarios de gobierno para frenar la medida, implementar políticas más efectivas para controlar la migración irregular, ampliar relaciones comerciales con otros países y llevar el caso a la Organización Mundial del Comercio a fin de buscar una resolución legal, aunque esto pueda durar años.
Por otro lado, las amenazas de Donad Trump a México no se han cumplido. Su retórica solo suele ser agresiva y violenta, autoritaria, provocativa y de ataques personales, extrema y divisiva y eso le ha generado simpatías entre sus seguidores más fieles pero a la vez ser considerado una amenaza a la democracia y estabilidad de su país. La campaña electoral ya terminó; está por verse qué se materializa en el poder donde influyen restricciones institucionales y cambios en las circunstancias.